Debate en torno al funcionamiento del P.F.C.
Es algo obvio que últimamente, y atendiendo al rumbo que parece haber tomado la mecánica del proyecto de fin de carrera, una sensación de malestar general se extiende entre los estudiantes. Tanto los resultados, como los acontecimientos ocurridos durante las últimas convocatorias indican que algo no funciona como debería. La situación no parece que vaya a mejorar. Estas circunstancias motivaron que, con el fin de tratar dicho tema, un amplio número de estudiantes participase en una reunión que se celebró el jueves de la semana pasada. Tras un intercambio de opiniones, se acordaron una serie de posturas. Este es el resultado de la discusión:
El proyecto de fin de carrera es, sin duda, una herramienta para evaluar si tenemos la capacidad suficiente de poner en práctica los conocimientos adquiridos en todos estos años. A nuestro entender, es, por tanto, imprescindible enmarcar el P.F.C. dentro de la lógica de la enseñanza universitaria, siendo prioritario el aprendizaje y la educación. El proyecto de fin de carrera no es algo que nos prepare para entrar en el mundo laboral. El proyecto de fin de carrera no es un concurso. Los profesores y las profesoras que se dediquen a la corrección de los proyectos de fin de carrera no son ni nuestros clientes ni nuestros empleadores.
Si nos atenemos a la opinión de los estudiantes, en el sistema de hoy en día hay una serie de ámbitos en los que la respuesta que se nos ofrece no es la debida. Aun siendo cierto que existen algunos problemas de segundo orden (que, evidentemente, también habría que pulir), en estos momentos y dentro de este contexto, son dos los asuntos que más llaman nuestra atención: el funcionamiento del tribunal y la figura del tutor.
En lo que al tribunal se refiere, exigimos que éste acometa sus funciones con profesionalidad académica. Nos parece imprescindible que dicho tribunal dedique el tiempo suficiente a cada proyecto, entendiendo por tiempo suficiente, aquel que le permita comprender y calificarlo adecuadamente. También que todo estudiante tenga la posibilidad de realizar una exposición oral de su proyecto antes de que sea calificado. Vemos necesarios criterios de calificación únicos, públicos y objetivos en los que basarse, y la elaboración de un calendario adecuado con un cumplimiento riguroso de todos sus plazos. Por último, exigimos que el tribunal respete con total garantía los derechos lingüísticos de todos los estudiantes. Con todo esto, pretendemos que el tribunal sea sujeto activo en el proceso de enseñanza y que no se limite solo a calificar los proyectos.
En cuanto al tutor, exigimos una definición detallada de cuáles son sus funciones y sus obligaciones. A nuestro entender se supone que el tutor es, después del alumno, el mejor conocedor del trabajo realizado. Por ello, es necesario una mayor trascendencia de su opinión, siendo además, parte del tribunal a la hora de valorar y calificar el proyecto del alumno tutelado. Pretendemos así, que el tutor sea sujeto activo en el proceso de enseñanza.
Dicho esto, nos gustaría aclarar que no pretendemos que nos lleven de la mano hasta el aprobado. Nuestra intención es, que este último paso, quede claramente enmarcado dentro del ámbito de la enseñanza y que se vea enriquecido, tanto por las aportaciones puntuales (no por ello menos importantes) de los miembros del tribunal, como por la supervisión más continuada del tutor o la tutora correspondiente. Queremos una educación de calidad. En nuestra opinión, estudiar arquitectura es aprender un oficio, no prepararnos para el mundo laboral; de eso ya se ocupará el propio mundo laboral.
Para terminar, nos gustaría invitar a participar en las asambleas que se celebrarán en torno a éste tema a todo aquel que esté interesado y queremos mostrar al colectivo de profesores y profesoras de la escuela nuestra voluntad de escuchar su opinión.
Manifiesto redactado por la asamblea de estudiantes de la E.T.S.A.S.S. el 29 de octubre de 2009
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